Las Bienaventuranzas no son un programa moral o un código ético: son un evangelio

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31 de octubre de 2015.- El Nuncio Apostólico de Su Santidad en España, Mons. Renzo Fratini, ha impuesto esta tarde a Mons. D. Vicente Jiménez Zamora el Palio Arzobispal, que le entregó el papa Francisco el pasado mes de junio en la Basílica de San Pedro del Vaticano como arzobispo metropolitano de Zaragoza. La imposición ha tenido lugar durante la Misa vespertina de la solemnidad de Todos los Santos celebrada en la Catedral-Basílica de Nuestra Señora del Pilar de Zaragoza.

TEXTO COMPLETO: Homilía de Mons. D. Vicente Jiménez Zamora, en la Santa Misa para la imposición del palio arzobispal

Precisamente, el arzobispo de Zaragoza ha vertebrado su homilía en torno a dicha solemnidad y ha señalado que «celebrar a todos los santos es glorificar al Dios de los santos, fuente de toda santidad y tres veces santo Hoy conmemoramos a todos los Santos, los amigos de Dios. ¿Quiénes son? Los santos son los vencedores que vienen de la gran tribulación y han vencido en todas las luchas y ahora son glorificados en el cielo; han vivido las bienaventuranzas del Reino, anunciadas por Jesús,  y son los hijos de Dios».

No ha pasado por alto la mención a aquella que es «la más santa de entre todas las criaturas, María Santísima, amada por el Padre, bendecida a causa de su Hijo, fruto de su seno, y santificada y hecha nueva criatura por el Espíritu Santo». Y, aludiendo a advocación del Pilar, ha afirmado que «Ella es columna de nuestra fe».

Así mismo, D. Vicente ha puntualizado que «para saber cuál es el camino de la santidad, debemos subir con los discípulos a la montaña de las Bienaventuranzas, acercarnos a Jesús y ponernos a la escucha de las palabras de vida que salen de sus labios. El evangelio de las Bienaventuranzas nos asegura que ya aquí son bienaventurados aquellos que viven al estilo de Jesús, cumplen fielmente la voluntad del Padre, practican la plenitud de la caridad y se dejan guiar por el Espíritu Santo. Las Bienaventuranzas no son sólo un programa moral o un código ético. Son un evangelio, buena noticia».

Zaragoza, sede metropolitana

Hasta el siglo XIV el obispado de Zaragoza fue sufragáneo de la archidiócesis de Tarragona. El papa Juan XXII la constituyó sede metropolitana en 1318. Pedro López de Luna (1317-1345) fue el último obispo y el primer arzobispo. Sus diócesis sufragáneas han sido siempre las aragonesas (Albarracín, Barbastro, Huesca, Jaca, Tarazona y Teruel) más los obispados de Calahorra y Pamplona en algunas etapas. Por el decreto pontificio Cesaraugustae et aliorum, del 2 de Septiembre de 1955, se circunscribió al área metropolitana de Zaragoza a los obispados aragoneses, a excepción de Jaca que fue adscrito a la provincia eclesiástica de Pamplona.

Por otra parte, una extensa franja de la zona oriental de la provincia de Huesca siguió perteneciendo a la Diócesis de Lérida hasta 1998 en que culminó su incorporación a la nueva diócesis de Barbastro-Monzón y, por tanto, a la provincia eclesiástica de Zaragoza.

¿Qué es el palio arzobispal?

La lana blanca procede de los corderos que se presentan al Papa el día de Santa Inés y que son criados por la comunidad de monjas cistercienses de Tre Fontane. Una vez que son esquilados, la lana es tejida por las benedictinas de la abadía de Santa Cecilia in Trastevere, la ciudad de Roma. Cuando los palios ya están confeccionados, se llevan a la basílica de San Pedro, donde son depositados en una urna junto al sepulcro del príncipe de los apóstoles.

Se trata de un collarín de lana blanca, con seis cruces de seda negra que, en la celebración de la misa, los arzobispos metropolitanos llevan prendido sobre la casulla con tres agujas, que simbolizan los clavos de la pasión del Señor. Al arzobispo metropolitano le corresponde vestir el palio como insignia litúrgica.

El papa emérito Benedicto XVI lo relacionó con la imagen del Buen Pastor, que lleva a la oveja herida sobre sus hombros, pero sobre todo es un signo de comunión: expresa la peculiar relación de fidelidad y de hermandad de la sede metropolitana de Zaragoza con la Iglesia de Roma y el sucesor de Pedro; además significa de la unión entre todos los obispos de la provincia eclesiástica.

(Iglesiaactualidad)

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