Audiencia del Santo Padre a la Red Religiosa Europea contra la trata y la explotación

francisco

7 de noviembre de 2016.– A las 11.30 horas de esta mañana, en la Sala Clementina del Palacio Apostólico, el santo Padre Francisco ha recibido en audiencia a los participantes en la II Asamblea de “RENATE” (Religious in Europe Networking Against Trafficking and Exploitation) dedicada al tema: “Ending trafficking begins with us”, que tiene lugar en Roma del 6 al 12 de noviembre.

Publicamos a continuación el discurso que el Papa ha dirigido a los participantes en el encuentro:

Discurso del Santo Padre
[texto original: italiano – traducción de Iglesiaactualidad]

Queridos hermanos y hermanas:

Os doy la cordial bienvenida  a todos vosotros que participáis en la Segunda Asamblea de la Rete Religiosa Europea contro la Tratta e lo Sfruttamento. Agradezco a Sor Imelda Poole por sus amables palabras de saludo y os aseguro mis deseos de estas jornadas de oración, reflexión y confrontación sean fructíferas. Oportunamente vuestra Asamblea tiene lugar en Roma durante el Jubile Extraordinario de la Misericordia. En este tiempo de gracia, todos estamos invitados a entrar más profundamente en el misterio de la misericordia de Dios y, como el buen samaritano, a llevar el bálsamo de esa misericordia a las muchas heridas en nuestro mundo.

Una de esas heridas abiertas  más dolorosa  es la trata de personas, una forma moderna de esclavitud, que viola la dignidad, don de Dios, en tantos de nuestros hermanos y hermanas y constituye un verdadero crimen contra la humanidad. Aunque se ha avanzado mucho  en el conocimiento de  la gravedad y el alcance del fenómeno, todavía queda mucho por hacer para sensibilizar a la opinión pública y coordinar los esfuerzos de los gobiernos, de las autoridades judiciales y  legislativas y de los trabajadores sociales.

Como sabéis, uno de los retos de este trabajo de sensibilización, de educación y de coordinación es una cierta indiferencia e incluso complicidad, una tendencia por parte de muchos a mirar a otra parte (cfr Ex. ap. Evangelii gaudium, 211) mientras están en obra  poderosos intereses económicos y  redes criminales. Por eso expreso mi reconocimiento por vuestros esfuerzos encaminados a aumentar la sensibilidad de la sociedad sobre  la magnitud de esta plaga, que se ceba especialmente en las mujeres y los niños. Pero de una manera muy especial os agradezco vuestro testimonio fiel al Evangelio de la misericordia, como lo demuestra vuestro compromiso en la recuperación y rehabilitación de las víctimas.

Vuestra actividad en ese ámbito  nos recuerda «el gran trabajo silencioso que muchas congregaciones religiosas, especialmente femeninas», en el cuidado de aquellos que han sido heridos en su dignidad y marcados por sus experiencias (cfr Mensaje para la Jornada Mundial de la Paz 2015, 5). Pienso sobre todo en la contribución específica que dan las  mujeres al acompañamiento de otras mujeres y niños en un itinerario profundo y personal de curación y reintegración.

Queridos amigos y amigas, confío en que el intercambio de experiencias, conocimientos, y competencias en estos días contribuirá  a un testimonio más eficaz del Evangelio en una de los grandes «periferias» de nuestra sociedad contemporánea. Os encomiendo, al igual que a todos los que servís, a la intercesión amorosa de María, Madre de la Misericordia, os imparto de corazón mi bendición como prenda de alegría y paz en el Señor. Y mientras os aseguro mi recuerdo en la oración, pos pido que, por favor, recéis por mí. Gracias.

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