15 de noviembre de 2016.- El Santo Padre Francisco ha enviado un mensaje al ministro de Exteriores y de Cooperación de Marruecos que preside la XII reunión de la Conferencia de las Partes en la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (COP22) en curso en Marrakech del 7 al 18 de noviembre.
Mensaje del Santo Padre
[Texto original: francés – traducción: Ofician de Prensa de la Santa Sede]
A Su Excelencia el Señor Salaheddine Mezouar
Ministro de Asuntos Exteriores y de Cooperación del Reino de Marruecos
y Presidente de la 22º Reunión de la Conferencia de los Estados participantes
en la Convención-marco de la Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (COP22)
(Marrakech, 7-18 de noviembre de 2016)
La situación actual de deterioro del medio ambiente, fuertemente vinculada con el deterioro humano, social y ético que por desgracia experimentamos diariamente, nos interpela a todos, cada uno con sus propias funciones y responsabilidades, y nos lleva a reunirnos aquí con un sentido renovado de conciencia y responsabilidad.
El Reino de Marruecos alberga la COP22 pocos días después de la entrada en vigor del Acuerdo de París, adoptado hace menos de un año. Su adopción representa una clara toma de conciencia de que, ante temáticas tan complejas como el cambio climático, la acción individual y / o nacional no es suficiente, sino que es necesario dar colectivamente una respuesta responsable que apunte a «colaborar para construir nuestra casa común «. Por otro lado, la rápida entrada en vigor del Acuerdo refuerza la convicción de que podemos y debemos usar nuestra inteligencia para orientar la tecnología, además de cultivar e incluso limitar nuestro poder para colocarlos al “servicio de otro tipo de progreso más sano, más humano, más social, más integral”, capaz de poner la economía al servicio de la persona humana, de construir la paz y la justicia, de salvaguardar el medio ambiente.
El Acuerdo de París ha trazado un camino claro en que toda la comunidad internacional está llamada a participar; la COP22 representa una etapa fundamental de este recorrido. Afecta a toda la humanidad, especialmente a los más pobres y a las generaciones futuras, que representan el componente más vulnerable de la preocupante repercusión de los cambios climáticos, y nos recuerda la grave responsabilidad ética y moral de actuar sin demora, de la forma más libre posible de presiones y económicas, superando los intereses y comportamientos particularistas.
En esta perspectiva, le transmito a usted, señor Presidente, y a todos los participantes en esta Conferencia, mis saludos junto con mi vivo aliento para que los trabajos de estos días estén animados por el mismo espíritu de colaboración y propuestas manifestado durante la COP21. Después de ella comenzó la fase de aplicación del Acuerdo de París; un momento delicado en el que se enfrentan, entrando en una elaboración más concreta de las normas, los mecanismos institucionales y los elementos necesarios para su aplicación adecuada y eficaz. Se trata de cuestiones complejas que no se pueden delegar únicamente al diálogo técnico, sino que hacen necesario un apoyo y un empuje político constante basado en la conciencia de que «somos una sola familia humana. No hay fronteras ni barreras políticas o sociales que nos permitan aislarnos, y por eso mismo tampoco hay espacio para la globalización de la indiferencia.”
Una de las principales aportaciones de este Acuerdo es estimular la promoción de estrategias de desarrollo nacionales e internacionales basadas en una cualidad ambiental que podríamos llamar solidaria: efectivamente, fomenta la solidaridad con las poblaciones más vulnerables e insiste en los fuertes vínculos entre la lucha contra el cambio climático y la lucha contra la pobreza. Si bien sean muchos los elementos técnicos llamados en causa en este ámbito, también somos conscientes de que no se puede limitar todo a la mera dimensión económica y tecnológica: las soluciones técnicas son necesarias pero no suficientes; es esencial y se deben tener muy en cuenta los aspectos éticos y sociales del nuevo paradigma de desarrollo y de progreso.
Entramos aquí en los campos fundamentales de la educación y de la promoción de estilos de vida encaminados a favorecer modelos sostenibles de producción y consumo mientras se hace hincapié en la necesidad de cultivar una conciencia responsable hacia nuestra casa común. A esta tarea están llamados a contribuir a todos los Estados Partes, así como los non- Party stakeholders: la sociedad civil, el sector privado, la comunidad científica, las instituciones financieras, las autoridades sub-nacionales, las comunidades locales, las poblaciones indígenas.
En conclusión, Señor presidente y señores participantes en la COP22, formulo mis mejores deseos para que los trabajos de la Conferencia de Marrakech, se guíen por esa conciencia de nuestra responsabilidad que debe empujar a todos a promover seriamente «una cultura del cuidado que impregne toda la sociedad”, cuidado de la creación, pero también del prójimo, cercano o lejano, en el espacio y el tiempo. El estilo de vida basado en la cultura del descarte es insostenible y no debe tener cabida en nuestros modelos de desarrollo y educación. Estamos ante un desafío educativo y cultural el cual, para que sea realmente eficaz en el logro de sus fuertes objetivos, no puede dejar de responder también al proceso de aplicación del Acuerdo de París.
Rezo por un trabajo exitoso y fructífero de la Conferencia e invoco sobre vosotros y sobre todos los participantes la bendición del Todopoderoso, pidiéndoos que la transmitáis a todos los ciudadanos de los países que representáis.
Acepte, Señor Presidente, la expresión de mi sincero saludo y cordiales.
Vaticano, 10 de noviembre de 2016
FRANCISCO