El obispo de Córdoba a sus sacerdotes: «estoy muy contento de vosotros, me siento muy a gusto con vosotros»

crismal cordoba demetrio

11 de abril de 2017.- Esta mañana ha tenido lugar la celebración de la Misa Crismal en la Santa Iglesia Catedral de Córdoba, presidida por el obispo de la diócesis, Mons. D. Demetrio Fernández González, quien estuvo acompañado por Mons. Carlo María Viganò, anterior nuncio apostólico de Su Santidad en Estados Unidos, y Mons. D. Mario Iceta Gavicagogeascoa, obispo de Bilbao, al que el prelado de la Diócesis le dirigió un afectuoso saludo indicándole que «estás en tu casa».

El Obispo, antes de consagrar el santo Crisma, reflexionó en la homilía sobre tes puntos importantes a tener en cuenta en esta celebración: el protagonismo del Espíritu Santo, el encuentro diocesano de laicos y la renovación de las promesas sacerdotales del clero presente en la Diócesis.

D. Demetrio señaló que «la Misa Crismal trae hoy por la virtud de los sacramentos esa unción de Cristo hasta nosotros, concretándola sensiblemente en el santo Crisma, que es consagrado en esta Misa, como una fuente interminable de gracia para tantas personas que serán ungidas a lo largo del año. Serán ungidos los que se bautizan, serán ungidos especialmente los que se confirman, serán ungidos los ordenados (presbíteros u obispos), serán ungidos los altares que vayan a ser consagrados y los templos que sean dedicados. La unción con el santo Crisma será la expresión eficaz de que el Espíritu Santo empapa todo lo que toca, impregnándolo de su gracia y del perfume de la gracia. Y esta unción de Cristo se prolonga en su esposa la Iglesia, un Pueblo sacerdotal. Junto al santo crisma son bendecidos el óleo de los catecúmenos para fortalecernos en la lucha contra Satanás y el óleo de los enfermos para unir el dolor humano al sufrimiento redentor de Cristo en favor de su Iglesia».

El obispo de Córdoba recordó a los «miles y miles de fieles laicos» convocándolo al Encuentro diocesano de laicos para el 7 de octubre próximo. «Tengo la esperanza de que este encuentro suponga un impulso de los fieles laicos en nuestra diócesis de Córdoba, tan rica en vida eclesial en tantos aspectos. Hemos de buscar cada vez más la formación de tales fieles laicos, en sus distintos ámbitos, la corresponsabilidad en la vida de la Iglesia a todos los niveles (participación en los consejos pastorales de parroquia o en la administración de los bienes temporales) y la inserción en el mundo, característica tan propia del estado laical, para ser fermento en el mundo. En el campo de la familia y de la vida, en el mundo del trabajo, en el ámbito de la cultura y en la presencia de la vida pública, incluido el compromiso político».

Y dirigiéndose a los sacerdotes de la diócesis les dijo: «Gracias, queridos sacerdotes, por vuestro trabajo pastoral, llevando sobre vosotros el peso del día y el calor de la jornada. Conozco vuestras fatigas y vuestro entusiasmo, aunque a veces no veáis el fruto inmediato. Permitidme que os diga en ocasión tan solemne y tan santa: estoy muy contento de vosotros, me siento muy a gusto con vosotros, os quiero con toda mi alma».

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