10 de septiembre de 2018.- Los representantes de los episcopados de Eslovaquia, República Checa, Polonia, Hungría, Croacia, Ucrania, Eslovenia, Bosnia y Herzegovina, la Conferencia Episcopal Internacional de los Santos Cirilo y Metodio, junto con la Presidencia del Consejo de las Conferencias Episcopales de Europa (CCEE), se reunieron en Bratislava entre el 6 y el 7 de septiembre de 2018.
Los participantes celebraron la Misa en la Catedral de San Martino, presidida por el cardenal Angelo Bagnasco, presidente de CCEE, y con la participación del Nuncio Apostólico en Eslovaquia.
Tras conocer los distintos asuntos relacionados con la misión de la Iglesia que están presentes en las circunstancias culturales y sociales de la Europa Central y Oriental actuales, han observado en los siguientes problemas.
En los últimos años, las diócesis de la región han llevado a cabo diversas iniciativas, como la colecta común organizada en 2017 para las víctimas de las guerras en Oriente Medio, para contribuir así a la reconstrucción de casas, hospitales, escuelas y aldeas enteras, facilitando el regreso de refugiados a su tierra natal. Los órganos de la Iglesia Católica también han brindado en el territorio de sus respectivos países una asistencia valiosa a refugiados y migrantes que los cruzaron.
Los países de Europa central y oriental se ven afectados negativamente por el éxodo de sus jóvenes al exterior. No puede ignorarse que la causa principal de este fenómeno radica en el hecho de que los países de Europa Central y Oriental, a pesar de su adhesión al mundo occidental, todavía no se han integrado como socios iguales en las últimas tres décadas, y las diferencias en los salarios medios entre los países de la Europa occidental con respecto a la Europa central y oriental continúan siendo enormes. Por lo tanto, será necesario encontrar otra forma de integrar a estas naciones en Europa: una forma que garantice mejor la dignidad de estos países y sus ciudadanos.
Los obispos también mencionan a los gobiernos para pedirles que presten más atención a la reforma de la educación, así como a los jóvenes, que a menudo abandonan sus países debido a las malas condiciones sociales, buscando un trabajo en el extranjero, donde las mejores prestaciones sociales ayudan al matrimonio y a la familia. Los obispos esperan que el próximo sínodo de obispos sobre la juventud y el cuidado pastoral de las vocaciones también traiga nuevos impulsos provechosos para la vida de la Iglesia.
La sociedad de hoy día, con la tentación del consumismo, se enfrenta cada vez más con el riesgo de ser injusta con quienes les parecen inútiles, según la mentalidad actual, porque ya poco pueden hacer. La sociedad no puede prescindir de sus miembros simplemente porque no pueden proporcionar servicios. Los obispos piden a los representantes públicos que garanticen condiciones adecuadas para proporcionar una atención digna a los enfermos, de los ancianos y personas marginadas en las periferias de la sociedad. Se deben hacer todos los esfuerzos para permitirles una vida digna, porque a pesar de sus limitaciones, la sociedad les debe percibir como miembros iguales. Sin embargo, para alcanzar estas mejoras, es necesario que los países de Europa Central y Oriental reciban un trato justo en las relaciones económicas con el mundo occidental.
Europa ha cambiado radicalmente después de la caída del telón de acero. La libertad alcanzada por las naciones de Europa central y oriental es un motivo de alegría. Al mismo tiempo, los obispos se dan cuenta de que muchos ciudadanos de sus países perciben el horizonte con gran incertidumbre. La crisis migratoria ha demostrado que no es fácil superar las diferencias preconcebidas y culturales que existen entre Oriente y Occidente. Los obispos, por su parte, consideran que están obligados a colaborar en mejorar la situación.
No es posible ser indiferente con las personas que, en busca de un futuro mejor para ellos mismos y sus familias, se encuentran en peligro de muerte o padeciendo hambre y necesidad.
Los obispos están preocupados por la difusión de la ideología de género, que se oculta entre otras cosas también en el conocido Protocolo de Estambul. Debemos hacer todo lo posible para que Europa vuelva a sus raíces naturales y cristianas. Sus instituciones, incluidos los tribunales, deberían respetar la autonomía de los países de Europa Central y Oriental en el ámbito cultural y ético.
Las decisiones supranacionales que imponen, a veces indirectamente, son soluciones contrarias a las constituciones y culturas de los países particulares, actuando en contra de la integración. Los obispos piden a los representantes de los gobiernos que rechacen la ratificación del Protocolo de Estambul o revoquen la firma
La Iglesia Católica desea contribuir a la integración europea y aliviar la tensión social. Recordando las palabras del papa Francisco que “Dios está lejos del mal, pero cerca de los que sufren” (Homilía, Santa Misa en Carpi, 2 de abril de 2017) y los obispos oran por todos los que están en dificultades y siempre quieren ayudar a los necesitados.
(CCEE)