XV Asamblea General Ordinaria del Sínodo de los Obispos: Saludo conclusivo del cardenal Lorenzo Baldisseri

baldisseri

Emmo. Card. Lorenzo BALDISSERI
Secretario general del Sínodo de los Obispos

Sábado, 28 de octubre de 2018

Santidad,
Beatitudes, Eminencias, Excelencias,
Hermanos y hermanas,
Queridos jóvenes,

Al finalizar esta Asamblea sinodal, me alegra dirigir a todos los participantes un sincero agradecimiento. Ha sido una experiencia de profunda comunión eclesial vivida con la adhesión de la fe y el afecto del corazón por parte de cada uno de nosotros, venidos de todas las partes del mundo.

En este Sínodo, todo el Pueblo de Dios nos ha apoyado con la oración y ha acompañado a los pastores reunidos con usted, Santo Padre, con gestos de solidaridad y simpatía. Desde el primer anuncio del Sínodo, los jóvenes de todo el mundo se han movilizado para sentirse cercanos a sus pastores, pidiendo ser escuchados. En esta gran preparación hemos vivido momentos importantes, como el Pre-Sínodo; el intercambio y la reciprocidad que tuvo lugar con los muchos contactos vía web, que se extendieron hasta los días de la misma celebración de la asamblea.

Santo Padre, permítame en primer lugar dirigirme a ellos, que están aquí, a los jóvenes: agradecerles su presencia, sus aportaciones, su entusiasmo, sus intervenciones y sus sugerencias. Ellos nos han mostrado la frescura de su juventud, la generosidad, la imaginación y la iniciativa. Me gustaría hacerme intérprete de los Padres sinodales y de los demás participantes en el agradecimiento.

Santo Padre, gracias por habernos convocado en Roma para celebrar esta Asamblea sinodal. Nos sentimos cerca de usted, Santo Padre, queremos expresarle nuestro afecto filial y nuestra profunda adhesión a su ministerio petrino. Su cercanía diaria nos ha tocado profundamente y nos ha animado a vivir estos días en serenidad y fraternidad, algo de la cual hemos tenido experiencia.

Han sido días intensos, llenos de reflexiones espirituales, de importantes contribuciones pastorales, que nos permitieron manifestar el rostro bello, luminoso y plural de la Iglesia presente en todos los continentes. Hubo un gran compromiso de todos para la celebración de este Sínodo.

Agradezco a los cuatro Presidentes Delegados, el Relator General, especialmente a los dos Secretarios Especiales, al Subsecretario del Sínodo de los Obispos, que han trabajado intensamente durante estas semanas. Mi gratitud se dirige también a todos los Padres sinodales, que han hecho resonar la voz de toda la Iglesia en este Aula. Con ellos agradezco también a los Delegados Fraternos que, con su presencia, han dado un respiro ecuménico a esta Asamblea; a los auditores, en particular a los jóvenes que han vivido con entusiasmo los trabajos sinodales; a los expertos, que han aportado sus competencias; y a todos aquellos que, en diversas funciones, han trabajado para esta Asamblea (los oficiales y colaboradores de la Secretaría General, los oficiales de prensa, los asistentes, los intérpretes, los cantores, los técnicos, el personal de servicio).

Confiemos a María, una joven mujer y Madre de la Iglesia, la experiencia que vivimos en esta Asamblea, para que ella pueda acompañar el viaje que nos espera e inspirarnos en el espíritu de los discípulos misioneros enviados por el Señor Resucitado al mundo.

 Gracias.

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