Su Beatitud Card. Louis Raphaël I Sako
Patriarca de Babilonia de los Caldeos
Jefe del Sínodo de la Iglesia Caldea (Irak)
Presidente delegado
Sábado, 27 de octubre de 2018
Santo Padre,
Queridos Padres Sinodales,
Queridos jóvenes,
En nombre de todos los participantes en este Sínodo, me gustaría expresar nuestra gratitud a Su Santidad el Papa Francisco por haber convocado este Sínodo sobre el tema Los jóvenes, la fe y el discernimiento vocacional, que ha sido para cada uno de nosotros un tiempo importante de oración, reflexión y diálogo responsable, valiente y libre. Ha sido un trabajo de sinodalidad eclesial muy constructiva. Los orientales estamos acostumbrados al Sínodo y a la sinodalidad. Pero experimentar la sinodalidad con toda la Iglesia tiene un sabor especial, gracias al Espíritu Santo.
Esto no se encuentra en ninguna parte, excepto en la Iglesia Católica. Hemos estado unidos a pesar de las diferencias de nuestros países, de nuestro idioma y de nuestra cultura, porque Cristo nos une y nos envía a la misma misión para anunciar el Evangelio y para servir a nuestros hermanos y hermanas con alegría y entusiasmo
Toda la Iglesia católica ha estado presente en el Sínodo a través de sus representantes, pero especialmente en la presencia del Santo Padre, sucesor de Pedro, cabeza y padre de la Iglesia. A través de su presencia casi diaria, en su escucha dócil y acompañamiento paterno y en sus palabras proféticas, ha surgido este documento final, que sin duda será un punto de referencia para una nueva pastoral en nuestras diversas diócesis. Así que volvemos a casa con muchas ideas y proyectos para el futuro.
El Sínodo ha sido un regalo para nosotros y para toda la Iglesia. Lo que hemos considerado como líneas de fuerza, lo hemos experimentado con una profunda conciencia, con fraternidad, dinamismo y alegría. Realmente hemos sido tocados, construidos y transformados. Hemos vivido un camino de escucha, de discernimiento y de acompañamiento excepcional para nosotros mismos en primer lugar y para nuestros jóvenes y fieles. Hemos hecho este camino con mucho amor y comunión bajo su Leadership.
Santo Padre,
Usted no está solo, todos los que representamos a los obispos católicos en el mundo estamos usted y estamos unidos a usted en una comunión integral. Estamos unidos a usted en la oración y en la esperanza. Recuerde que millones de fieles rezan por usted todos los días. Y muchos hombres y mujeres de buena voluntad admiran sus palabras y sus gestos por un mundo de fraternidad universal, justicia y paz. Así que no hay nada que temer. Un proverbio árabe dice: «El árbol fructífero está golpeado con piedras». Siga adelante con coraje y confianza. La barca de Pedro no es como las otras barcas, la barca de Pedro a pesar de las olas, permanece sólida, porque está Jesús y nunca la dejará.
Con usted los desafíos y sufrimientos se superan con la fe, la oración, la misericordia, la sinceridad y la firmeza, la integridad y la transparencia. Todo está claro, nada que esconder. Debemos recordar la fidelidad y dedicación de miles de obispos y sacerdotes a su misión.
Hoy concluimos este Sínodo renovando nuestro amor al Señor y a su Iglesia hasta el final. Y también invito a todos los jóvenes del mundo a alzar sus voces y poner su carisma para construir una sociedad más fraterna, más justa y con más paz.
Quisiera terminar mis palabras con un llamamiento a Su Santidad, a los Padres sinodales y a los jóvenes para que no olvides a los cristianos de Oriente. Si el Oriente se vacía de cristianos, el cristianismo permanecerá sin raíces. Necesitamos vuestro apoyo humanitario y espiritual y vuestra solidaridad, amistad y cercanía hasta que pase la tormenta (Salmo 57/2).
Muchas gracias al Secretario general el cardenal Lorenzo Baldisseri, al subsecretario y sus colaboradores y a todos los que han trabajado por este Sínodo, todo ha sido excelente. Que el Señor y su Madre nos bendigan y bendigan a la Iglesia.
Gracias.
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