Videomensaje del Santo Padre a los participantes en el VII World Government Summit

10 de febrero de 2019.– Ofrecemos a continuación el texto del videomensaje que el Santo Padre Francisco ha enviado a los participantes en el VII World Government Summit, que tiene lugar en Dubai, Emiratos Árabes Unidos, del 10 al 12 de febrero de 2019.

Videomensaje del Santo Padre

Queridos amigos, Al Salamù Alaikum / ¡La paz sea con vosotros!

Deseo saludaros y desearos un buen trabajo. Llevo en mi corazón la visita que acabo de hacer a los Emiratos Árabes Unidos y la calurosa acogida que recibí. He encontrado un país moderno, que mira hacia el futuro, sin olvidar sus raíces. Un país donde se intenta transformar en hechos e iniciativas concretas las palabras tolerancia, fraternidad, respeto mutuo, libertad. He visto que incluso en el desierto brotan y crecen las flores. Y he vuelto a casa con la esperanza de que en el mundo puedan florecer muchos desiertos. Creo que es posible, pero solo si crecemos juntos, uno al lado del otro, con apertura  y respeto, listos para asumir la responsabilidad de los problemas de todos, que en la aldea global son los problemas de cada uno.

Pienso en vosotros y en vuestro esfuerzo de estos días, durante los cuales  abordáis temas fundamentales, entre los cuales los desafíos de la política, el desarrollo de la economía, la protección del medio ambiente,  el uso de las tecnologías. Os deseo que el interrogativo básico de las  reflexiones no sea tanto cuáles son las mejores oportunidades para ser explotadas  sino que tipo de mundo queremos construir juntos. Es una pregunta que nos lleva a trabajar pensando en los pueblos y en las personas más que en los capitales y los intereses económicos; una pregunta que no mira al futuro inmediato sino al porvenir, a la responsabilidad que pesa sobre nosotros: transmitir este mundo nuestro a los que vendrán después de nosotros, protegiéndolo de la degradación ambiental y, en primer lugar, moral.

En realidad, no podemos hablar de desarrollo sostenible sin solidaridad (cf. Cart. Encíclica Laudato si’, 159). Podríamos decir incluso que el bien, si no es común, no es un bien verdadero. Quizás nunca como ahora el pensar y actuar requieran un verdadero diálogo con el otro, porque sin el otro no hay futuro para mí. Os deseo, pues, que en vuestras actividades comencéis a partir de los rostros de las personas, que advirtáis el grito de los pueblos y de los pobres, que reflexionéis sobre las preguntas de los niños.

Con estos pensamientos, os doy las gracias  y os deseo un trabajo provechoso al servicio del bien común, y le pido al Señor que bendiga vuestro esfuerzo por un mundo más justo y próspero para todos.

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