Bula Papal para el nombramiento de Mons. D. Francisco Cerro Chaves como arzobispo de Toledo

FRANCISCO, OBISPO, Siervo de los Siervos de Dios, al Venerable Hermano Francisco Cerro Chaves, hasta ahora obispo de Coria-Cáceres, nombrado Arzobispo Metropolitano de Toledo, salud y Bendición Apostólica.

Habiéndose manifestado la misma vida, para que la realidad, que solo puede ser vista con el corazón, se viera también con los ojos, a fin de sanar y ser sanados nuestros corazones de modo que veamos al Verbo, nos disponemos a anunciar al pueblo que por la fe podemos tocar al Verbo unido a la carne, ser iluminados por su luz y tener su vida, si al menos mantenemos la caridad fraterna (cfr. san Agustín, Tratado sobre la Epístola de Juan, I, 1). Por tanto, sostenidos por la fe e impulsados por el oficio de propagarla de forma conveniente para el bien de las almas y de los fieles y el provecho de toda la Iglesia, con amor paterno dirigimos nuestro pensamiento a las necesidades espirituales de la antigua y preclara Sede Toledana, la cual, estando vacante en el momento presente, tras la renuncia de su Obispo, el Venerable Hermano Braulio Rodríguez Plaza, espera su nuevo Pastor y guía para la vida diocesana. Por ello, hemos pensado en ti, Venerable Hermano, que, habiendo acumulado méritos en el gobierno de la diócesis de Coria-Cáceres, muestras estar adornado con todas las cualidades pastorales y humanas, junto con la habilidad de gobierno, que te hacen apto para desempeñar este nuevo oficio junto al Corazón de Jesús, fuente de evangelización para los pobres.

Por tanto, oído el consejo de la Congregación para los Obispos, con la plenitud de Nuestra Autoridad Apostólica, disuelto el vínculo con la anterior Iglesia, te constituimos Arzobispo Metropolitano de Toledo, con los debidos derechos y las correspondientes obligaciones. Queremos que este nuestro decreto lo des a conocer al clero y al pueblo de esta comunidad eclesial, a los cuales exhortamos que te reciban como padre que debe ser amado y maestro que debe ser venerado. Al recibir este nuevo oficio, Venerable Hermano, procura, con la ayuda de Dios, no solo tener buena conciencia, sino, en cuanto pueda nuestra debilidad, servir continuamente al hermano más humilde, para que los fieles a ti encomendados, con el ejemplo luminoso de tu caridad, puedan sacar cada día las aguas vivas del Evangelio de la misma fuente del pecho de Cristo (cfr. Liturgia de las Horas, I, 27 diciembre, en el Oficio de Lecturas: responsorio).

Dado en Roma, junto a San Pedro, el día veintisiete del mes de diciembre, del año del Señor dos mil diecinueve, séptimo de nuestro pontificado.

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