Transcripción de Iglesiaactualidad
Biblioteca del Palacio Apostólico Vaticano, 24 de octubre de 2020
San Pablo VI, retomando también una tradición de otros papas, decía que la política es una de las formas más altas de la caridad. La política no sólo es un arte, sino que para los cristianos es un acto de caridad, ennoblece y muchas veces lleva el sacrificio de la propia vida, de sus tiempos de privacidad, de tantas cosas por el bien de los demás. Y esto es porque el político tiene en sus manos una misión muy difícil, con tres canales: para con el país, para con la nación y para con la patria.
Tiene la misión de hacer progresar el país por la agricultura, ganadería, minería, investigación, educación, arte. Que el país crezca. Y eso es desgastante. Tiene la misión de consolidar la nación, no sólo de cuidar las fronteras, que ya eso es muy importante, sino la nación como organismo de leyes, de modos de proceder, de hábitos. Consolidar la nación. Y tiene la misión de hacer crecer la patria. País, nación y patria están en las manos de un político. Bastante trabajo. Así que no es fácil. Usted transmita a los miembros de vuestro Parlamento lo que piensa el Papa de esto y el gran respeto por la vocación política, una de las formas más altas de la caridad. Si bien, hacer progresar un país parece fácil, pero no lo es. Supone relaciones internacionales continuamente de comercio, de ciencia y de técnica. Consolidar la nación a veces supone dificultades de entendimiento con los localismos y los dialectos, pero también de entendimiento del derecho, de la justicia, de hacer que la nación sea cada vez más fuerte. Y quizás lo más difícil sea hacer crecer la patria porque allí entramos en una relación de filiación. La patria es algo que hemos recibido de nuestros mayores y algo que tenemos que dar a nuestros hijos: estamos de paso en la patria. Y construir la patria, es lo que yo diría en este caso. Para con el país, hacerlo progresar; con la nación, consolidarla; y para con la patria, la tenemos que construir.
Construir la patria con todos. Y eso no es fácil. Construir la patria donde no nos es permitido el borrón y cuenta nueva. En una empresa no nos es permitido. Porque es algo que hemos recibido. Y tampoco nos es permitido ir a refugiarnos en lo que fue hace cincuenta o cien años. El desafío es recibir de las raíces para poder dar fruto. Hay un poema de Bernárdez, muy lindo, que dice: «Que lo que el árbol tiene de florido / vive de lo que tiene sepultado» (Francisco Luis Bernárdez, Si para recobrar lo recobrado). Pero no se quedó en las raíces. Quizás la fantasía tradicionalista es volver a las raíces. No. Tomo la inspiración porque soy hijo, pero también tengo que ser parte del futuro, y para eso tengo que vivir un presente que me implica discernimiento. Y eso no es fácil. Para mí es lo más difícil de los políticos. Hacer crecer la patria. Porque siempre se encuentran como cuartadas para eso. Cuartadas disfrazadas de modernidad o de restauracionismo, cuartadas para que la patria sea lo que yo quiero y no lo que he recibido y que tengo que hacer crecer libremente. Y ahí entran a jugar las ideologías. Construir una patria con mi idea, no con la realidad del pueblo que yo recibí y que estoy llevando a delante. Hace dos años, quizás usted Sra. Embajadora lo conoce, se publicó aquí en Roma un libro de un intelectual italiano del Partido Comunista y que tiene un título muy sugestivo: Síndrome 1932, se refiere a Alemania: caído el Imperio de Weimar, empezó una ensalada de posibilidades de salir de la crisis. Y Ahí empezó una ideología a hacer ver que el camino era nacional-socialismo y siguió hasta llegar a lo que conocemos: el drama de Europa con esa patria inventada por una ideología. Las ideologías sectarizan. Las ideologías deconstruyen la patria, no construye. Aprender de la historia. Y este hombre, en ese libro hace con mucha delicadeza un pragon de los que está sucediendo en Europa. Cuidado que estamos repitiendo el camino parecido. Vale la pena leerlo.
Con estas palabras quiero recordar a los políticos que la misión de ellos es una forma muy alta de la caridad, del amor. No es cuestión de maniobras o de resolver casos que todos los días llegan al escritorio de los políticos, sino de servicio en las tres vertientes de hacer crecer el país. de hacer consolidar la nación y de construir la patria. Es muy triste cuando las ideologías se apoderan de la interpretación de una nación, de un país y desfiguran la patria. Me viene a la mente en estos momento el poema de Jorge Dragones Se nos murió la patria: es el réquiem más doloroso que yo he leído, de una belleza extraordinaria. Ojalá nunca nos suceda a nosotros.
Señor Presidente, le agradezco su visita. Agradezco a ustedes hayan venido. Me gratifica mucho. Y les pido, por favor, que recen por mí y los que no rezan porque no son creyentes que, al menos, me manden buena onda que me hace falta. Muchas gracias.