FRANCISCO, OBISPO, Siervo de los Siervos de Dios, al venerable hermano, Luis Ángel de las Heras Berzal, C.M.F., hasta ahora obispo de Mondoñedo-Ferrol, nombrado obispo de León, salud y Bendición Apostólica.
Nos, que, por disposición de la divina misericordia, presidimos la guía de la Iglesia Universal, estamos siempre atentos a la grey del Señor y a la atención apostólica que debamos gastar para que en todas partes se gobierne con eficacia, la consideramos especialmente un cuidado de nuestro deber pastoral por el que proveamos a tantas iglesias con las necesarias ayudas en favor de la permanente custodia espiritual de los fieles.
Así pues, en este momento, dirigimos nuestra atención a la comunidad de León que, después de la renuncia del venerable hermano, Julián López Martín, carece de su legítimo obispo. Y tú, venerable hermano, que desempeñaste fielmente hasta ahora las funciones episcopales en la Diócesis de Mondoñedo-Ferrol, nos pareces el adecuado a quien confiemos esta tarea de gran responsabilidad.
Así pues, oído el parecer de la Congregación de los Obispos, por Nuestra potestad apostólica, a ti, desligado del vínculo de la sede anterior, te nombramos Obispo Legionense, con todos los derechos y obligaciones propios de este oficio, según el Derecho Canónico.
Te preocuparás de que el clero y el pueblo de tu comunidad sepan de estas nuestras letras, a los que afectuosamente exhortamos a prestar estima, amor y una diligente cooperación hacia el nuevo moderador de su vida espiritual. Deseamos, finalmente, que ejerzas tu ministerio bajo el amparo de la Santísima Virgen María, apacentando el rebaño de Dios, no a la fuerza sino de buena gana como Dios quiere, no por sórdida ganancia sino con entrega generosa (1 Pe 5,2).
Dado en Roma, en Letrán, el día veintiuno de octubre del año del Señor dos mil veinte, octavo de Nuestro Pontificado.
Franco Piva, Protonotario Apostólico