Audiencia del Santo Padre a los participantes en el Capítulo general de la Orden de los Ministros de los Enfermos

16 de mayo de 2022.- Al dar su bienvenida a los queridos hermanos de la de la Orden de los Ministros de los Enfermos (Camilos), con motivo de su Capítulo General, el Santo Padre agradeció, ante todo, las palabras que le dirigió el nuevo Superior General, a quien le deseó lo mejor en el ejercicio de su ministerio.

Una Iglesia que quiere ofrecer al pueblo «un buen ‘hospital de campaña’ donde los heridos puedan encontrarse y sentir la cercanía y la ternura de Cristo» no puede «prescindir del carisma» de misericordia de San Camilo del Lellis, vivido por sus hijos, los Ministros de los Enfermos, conocidos como Camilos. Así lo subrayó el Pontífice al invitarlos a hacer de la profecía camiliana «una profecía encarnada, que los impulse a asumir las cargas de los demás, las heridas y las angustias de los hermanos más vulnerables».

El Papa recordó el tema elegido para el capítulo, que se celebra en la localidad de Nemi del 2 al 22 de mayo, «¿Qué es la profecía camiliana hoy?» y subrayó a los delegados de todas las provincias de la Orden que  se proponen «encontrar nuevos caminos de evangelización y proximidad, para realizar con fidelidad dinámica» el carisma camiliano, «que los pone al servicio de los enfermos».

El Pontífice recordó además que San Camilo de Lellis, transformado por el amor de Dios, sintió la llamada a dar vida a una nueva familia religiosa que, «imitando la compasión y la ternura de Jesús hacia los que sufren en el cuerpo y en el espíritu, viviera el mandamiento del amor difundiendo con alegría el anuncio del Evangelio y cuidando de los más frágiles».

“Nuestro tiempo está marcado por un individualismo y una indiferencia que generan soledad y provocan el descarte de tantas vidas. Esta es nuestra cultura actual, ¿no? La cultura del descarte. La respuesta cristiana no está en la observación resignada del presente ni en el lamento nostálgico del pasado, sino en la caridad que, animada por la confianza en la Providencia, sabe amar su tiempo y, con humildad, da testimonio del Evangelio”.

De San Camilo Francisco dijo que se trata de «una de las figuras de santos que mejor encarnan el estilo del Buen Samaritano, de hacerse cercano al hermano herido en el camino. Es la opción de vida que permite salir «de las sombras de un mundo cerrado y generar un mundo abierto», añadió citando su Encíclica Fratelli tutti. Y los invitó a inspirarse en su fundador «para mirar la realidad del sufrimiento, la enfermedad y la muerte con los ojos de Jesús». “De este modo, harán de la profecía camiliana una profecía encarnada, que impulsa a asumir las cargas de los demás, las heridas y las angustias de los hermanos más vulnerables”.

Según el Obispo de Roma esto requiere «una dócil apertura al Espíritu Santo» y también «cierta dosis de audacia, para descubrir y recorrer juntos caminos inexplorados o expresar de forma nueva las potencialidades del carisma y del ministerio camiliano». “Este estilo de vida y de apostolado suyo, dedicado especialmente al servicio de los enfermos y de los débiles y ancianos, me parece que conjuga bien dos dimensiones esenciales de la vida cristiana: por un lado, el deseo de un testimonio extrovertido y concreto hacia los demás y, por otro, la exigencia de comprenderse a sí mismos según los cánones de la pequeñez evangélica”.

Francisco los invitó a inspirarse siempre en las Bienaventuranzas, «para llevar, con mansedumbre y sencillez, la buena noticia a los pobres y a los últimos de hoy». Con la confianza «de que el bien que se da a una hermana o a un hermano que sufre es un don hecho al mismo Jesús» y que lo que se ofrece cada día con alegría «no se pierde nunca», sino que siempre «germina y da fruto». Y recordando el «primer amor con el que Jesús conquistó su corazón», los exhortó a renovar siempre «desde las raíces su elección de vida consagrada».

“Buscar en comunión la voluntad del Señor”. Siguiendo la estela de la solicitud creativa de san Camilo, el Santo Padre los animó “a colaborar con el Espíritu Santo en la búsqueda de todos los caminos para vivir su carisma de misericordia, valorando también de las maneras más adecuadas la colaboración con los laicos, en particular con los agentes sanitarios”. Asimismo les sugirió que cultiven entre ellos y con todos “una espiritualidad de comunión” que los ayude “a discernir mejor lo que el Señor quiere” de ellos. “Buscar en comunión la voluntad del Señor”.

Al despedirse de estos queridos hermanos, Francisco les agradeció “lo que son y lo que hacen en la Iglesia” recordándoles que “si queremos ofrecer a la gente un buen ‘hospital de campaña’, donde los heridos puedan encontrarse y sentir la cercanía y la ternura de Cristo”, “no podemos prescindir del carisma de San Camilo de Lellis”.

“A ustedes les corresponde dar manos, pies, mente y corazón a este don de Dios, para que siga suscitando las obras de Dios en nuestro tiempo” les dijo el Papa al concluir. Mientras antes de impartirles la bendición del Señor sobre sus trabajos capitulares y su deseo de que la Virgen los acompañe siempre en su camino, el Obispo de Roma les pidió que, por favor, no se olviden de rezar por él.

VATICAN NEWS

Discorso del Santo Padre

Cari fratelli, buongiorno e benvenuti!

Sono lieto di incontrarvi in occasione del vostro Capitolo Generale. Rivolgo a ciascuno il mio saluto cordiale, ad iniziare dal nuovo Superiore Generale, che ringrazio per le sue parole e al quale auguro ogni bene per il suo ministero.

Al centro della vostra riflessione di questi giorni avete posto il tema: «Qual è la profezia camilliana oggi?». Animati dalla grazia propria di un Capitolo – se vissuto bene nell’ascolto dello Spirito, dei fratelli e della storia –, vi proponete di trovare strade nuove dievangelizzazionee diprossimità, al fine di realizzare con fedeltà dinamica il vostro carisma, che vi pone al servizio dei malati. San Camillo de Lellis, trasformato dall’amore di Dio, avvertì la chiamata a dare vita a una nuova Famiglia religiosa che, imitando la compassione e la tenerezza di Gesù verso i sofferenti nel corpo e nello spirito, vivesse il comandamento dell’amore diffondendo con gioia l’annuncio del Vangelo e prendendosi cura dei più fragili.

Il nostro tempo è segnato da un individualismo e da un’indifferenza che generano solitudini e provocano lo scarto di tante vite. Questa è la nostra cultura di oggi. Individualismo, indifferenza, che generano solitudine e provocano lo scarto: la cultura dello scarto. La risposta cristiana non sta nella constatazione rassegnata del presente o nel rimpianto nostalgico del passato, ma nella carità che, animata dalla fiducia nella Providenza, sa amare il proprio tempo e, con umiltà, rende testimonianza al Vangelo.

È quanto ha realizzato il vostro Fondatore, che è una delle figure di santi che meglio incarnano lo stile del Buon Samaritano, del farsi prossimo al fratello ferito lungo la strada. In questa scelta di vita sta il punto di svolta per uscire dalle ombre di un mondo chiuso e generare un mondo aperto (cfr Enc. Fratelli tutti, capitoli 1-3). A voi, fratelli, il dono e il compito di ispirarvi a lui per guardare la realtà della sofferenza, della malattia e della morte con gli occhi di Gesù. Farete così, della profezia camilliana, una profezia incarnata, che spinge a farsi carico dei pesi degli altri, delle piaghe e delle inquietudini dei fratelli e delle sorelle più vulnerabili. Ciò richiede apertura docile allo Spirito Santo, che è l’anima di ogni dinamismo apostolico; e richiede una certa dose di audacia, per scoprire e percorrere insieme strade inesplorate o esprimere in forme nuove le potenzialità del carisma e del ministero camilliano.

Questo vostro stile di vita e di apostolato, dedito specialmente al servizio dei malati e delle persone deboli e anziane, mi pare che coniughi bene due dimensioni essenziali della vita cristiana: da una parte il desiderio di una testimonianza estroversa e concreta verso gli altri, dall’altra l’esigenza di comprendere sé stessi secondo i canoni della piccolezza evangelica.

Vi invito pertanto ad attingere sempre nuovamente dalla linfa delle Beatitudini, per portare, con mitezza e semplicità, il lieto annuncio ai poveri e agli ultimi di oggi. Vi auguro anche di rinfrancarvi vicendevolmente nella fiducia che il bene accordato a una sorella o a un fratello sofferente è un dono fatto a Gesù stesso, e che quanto si vive e offre ogni giorno con gioia, anche se invisibile agli occhi del mondo, non va mai perduto ma, come seme caduto in terra, germoglia e porta frutto. E non trascurate di custodire la memoria del primo amore, con il quale Gesù ha conquistato il vostro cuore, per rinnovare sempre dalle radici la vostra scelta di vita consacrata. Tornare sempre alle radici del primo amore, perché lì c’è la nostra identità religiosa: il primo dialogo con Gesù, la chiamata.

Nel solco della sollecitudine creativa di San Camillo, vi incoraggio a collaborare con lo Spirito Santo nel cercare ogni via per vivere il suo carisma di misericordia, valorizzando anche nei modi più opportuni la collaborazione con i laici, in particolare con gli operatori sanitari. Coltivare tra voi e con tutti la spiritualità di comunione vi aiuterà a discernere meglio ciò che il Signore vuole da voi. Cercare in comunione la volontà del Signore.

Cari fratelli, voglio soprattutto ringraziarvi per quello che siete e per quello che fate nella Chiesa. Se vogliamo offrire alla gente un buon “ospedale da campo”, dove chi è ferito possa incontrare e sentire la vicinanza e la tenerezza di Cristo, se vogliamo questo, non possiamo fare a meno del carisma di San Camillo de Lellis. Sta a voi dare mani, piedi, mente e cuore a questo dono di Dio, perché continui a suscitare le opere di Dio nel nostro tempo,nel tempo in cui viviamo la nostra vocazione. Il Signore benedica in abbondanza i vostri lavori capitolari e la Madonna accompagni sempre il vostro cammino. E per favore, non dimenticatevi di pregare per me. Grazie!

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