Escudo episcopal de Mons. D. Mario Iceta Gavicagogeascoa, arzobispo de Burgos

Aparece como motivo central el Pelícano Místico como símbolo cristológico y eucarístico por excelencia. El fondo, de color azul representa a María Santísima en el misterio dogmático de su Pura y Limpia Concepción, Madre y Modelo perfecto de la Iglesia.

La gran cruz arbórea en verde, descortezada en oro, hace referencia al Árbol de la Vida, lugar del sacrificio obediencial de Cristo al Padre, y también a la Resurrección según la antigua homilía pascual patrística “Oh Cruz gloriosa del Señor Resucitado…”.

En esta Cruz ha puesto el Pelícano piadoso su nido, que se representa transformado en barca, en clara alusión a la Santa Madre Iglesia, desde donde se nutren los polluelos de su Sangre Redentora.

El motivo inferior (en el entado) es el anagrama mariano rojo sobre plata, Dulcenombre de María, en honor a Nuestra Madre la Virgen María, Reina de los Mártires, que nos enseña a vivir el martirio en el testimonio de fe diario y el servicio a los hermanos; como homenaje filial de S.E.R. y perenne solicitud de protección y amparo.

OMNIUM SERVUS

“Servidor de todos”. Es éste el lema episcopal elegido, a partir del texto que nos presenta el Evangelio de San Marcos: “Jesús, reuniéndolos, les dijo: –Sabéis que los que son reconocidos como jefes de los pueblos los tiranizan, y que los grandes los oprimen. Vosotros nada de eso: el que quiera ser grande, sea vuestro servidor; y el que quiera ser primero, sea esclavo de todos (“omnium servus”). Porque el Hijo del hombre no ha venido para que le sirvan, sino para servir y dar su vida en rescate por todos”. (Mc 10, 42-45).

La vocación de todo hombre es el amor: “Como el Padre me ha amado, así os he amado yo, permaneced en mi amor” (Jn 15, 9). Y el amor significa, ante todo, entregar la vida, (“No hay amor más grande que el que da la vida por sus amigos” Jn 15, 13), es decir, servir al prójimo, de modo particular a aquellos que están más necesitados de amor: los que no se sienten amados ni saben amar, quienes viven solos, los que no conocen la Verdad de Jesucristo, quienes carecen de lo necesario para una vida digna, los que viven sin esperanza o no encuentran razones para seguir viviendo, quienes no conocen el perdón, la misericordia, la amistad, la compañía, el sacrificio, la entrega, la gratuidad.

El ministerio episcopal es un ministerio de servicio, a imagen de Jesucristo Buen Pastor que ha venido a servir y dar la vida. “Al atardecer de la vida seremos examinados del amor”, como bellamente nos recuerda san Juan de la Cruz. La entrega de la vida en el servicio, constituye, por tanto, el modo concreto y cotidiano en el que se realiza realmente nuestra vocación al amor.

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